sábado, 3 de mayo de 2014

Las Hurdes (Cáceres), mayo 2014

Las Hurdes, Pinofranqueado (Cáceres), mayo 2014


Las Hurdes es una pequeña comarca situada en el extremo norte de Extremadura, en la provincia de Cáceres, que conserva la herencia cultural leonesa. Comarca con abruptas montañas bañada por 5 ríos que dan nombre a los valles.


La ruta transita por el tercio oeste de la Comarca, básicamente por el municipio de Pinofranqueado, recorriendo el valle del río Esperabán. En este caso la ruta corresponde a una marcha organizada por el C.C. Las Hurdes.

Después de haber realizado el día anterior una ruta por el P. N. de Cornalvo, me desplacé una vez finalizada la misma hasta la localidad de salida de ruta por Las Hurdes: Pinofranqueado, localidad más poblada de la Comarca. Como la distancia que separa Aljucén de Pinofranqueado es corta, llegué pronto. Me alojé en el Hotel el Castúo, ubicado en un entorno privilegiado, al lado del la  piscina natural que supone el río Los Ángeles y rodeado de una frondosa vegetación. 


Lo primero recoger la documentación, para aprovechar el tiempo recorriendo el entorno del río y disfrutando de un paseo por la rivera de dicho río antes de cenar. Lo que realicé de "forma temprana" para compensar las horas de sueño del día anterior.


Ya por la mañana, y después de prepararme y desayunar, desde la rivera del río me desplacé al centro del pueblo (Plaza Reina Victoria) de donde partiría la marcha. Como siempre, elegí una ubicación trasera, y a esperar que se procediera con la salida.


Foto cortesía de la organización


Salimos por la parte nordeste del pueblo, un primer pequeño tramo por zonas pavimentadas, justo hasta superar el Aserradero de La Esplanada, donde tomamos una senda que nos llevó a la alquería de Mesegal (destaca la existencia de petroglifos). La entrada, por una callejuela estrecha donde nos esperaban, entre otros, los fotógrafos.


Foto cortesía de la organización


De Mesegal iniciamos, en dirección norte, una ascensión larga, ¡pero que muy larga! (unos 15 km, pero que luego continuaba después de un ligero descanso hasta superar los 20 km) a través de una pista forestal, que entre monte bajo, pinares y encinares, nos liba a llevar hasta el Collado del Riscosillo.





Por suerte el tramo más duro estaba al inicio de la subida, cuando las fuerzas estaban casi en su plenitud. Esto, unido al buen firme de la pista, y alguna que otra parada para disfrutar del paisaje y realizar fotos, hizo que se me hiciera excesivamente dura la ascensión.

Foto cortesía de la organización

Foto cortesía de la organización

Hacia mitad de la subida hasta el Riscosillo, en el Collado del Arrocorcho, nos esperaba "la primera recarga líquida". Momento fugaz, casi sólo para una instantánea de recuerdo.


¡A continuar subiendo! Relajación y "estaciones" fue la tónica general de esta prolongada subida. 


Foto cortesía de la organización


Y ... había llegado ya al Collado de Riscosillo, soplaba el viento. Ahora tocaba comer algo, después de esta prolonga y constante subida nos había colocado "el aperitivo".




Una ligera bajada por El Pimpollar para, a continuación, rematar "la faena", subiendo hasta las proximidades de la Fuente del Risco, excelentes vistas de todo el valle se observaban a lo largo de este tramo. Me detuve a la altura del Madroñal de las Cuevas (Pto. Aldehuela?) para disfrutar de ellas.




Ya estaba a la máxima altitud que iba a alcanzar en la ruta, ahora bajada por un camino hasta enlazar con el Puerto Esperaban. 



Unos dos kilómetros de bajada muy rápida por el puerto (carretera) le dieron alegría a las piernas, pero sustos al cuerpo por lo cerrado de algunas curvas. Una vez bordeada La Pelayo la ruta prosiguió por una pista forestal, por la ladera, que después de unos 7 km y de atravesar varios arroyos, eso si por los correspondientes puentes puentes, me llevo a la alquería de Erías. El perfil de este tramo en su primera parte era descenso suave y luego más o menos llano, pero siempre interrumpidos con algún pequeño repecho. Para concluir y llegar a Erías, terminaba en un descenso fuerte. Ambiente bullicioso, a la sorpresa de los habitantes al vernos pasar (un grupo de apasionados de la bici osaba romper su tranquilidad), se  unió la elección del pueblo como punto para un nuevo avituallamiento.




Después de recuperar "ampliamente" fuerzas, salí por la pista forestal que va a media ladera, entre pinos pero también entre encinares autóctonos hasta el valle del Arroyo de La Zambrana, que desciende de la Bolla hasta encontrarse con el río Esperaban. Llegaba la hora de llanear, eso si este trabo había algún repechillo considerable y su correspondiente bajada.



Antes de comenzar a bordear el Arroyo, continuaba a media ladera, divisé al fondo del valle del Esperabán el conocido como Carcho de las Castañas y más adelante la alquería de Castillo, impresionantes imágenes las que se podían contemplar.  La pista que bordea al Arroyo cambiaba de margen a la altura de El Higueral y me llevó entre castaños y pinos hasta las proximidades de Castillo en ligero descenso para, posteriormente y desde allí, repetir similar recorrido ahora con el Arroyo Guijarro Blanco. 




Después de bordear dicho arroyo continué, hacia ya unos kilómetros que pedaleaba solo, sin compañía, por la pista forestal, a media ladera, paralela al margen derecho del río Esperabán. Abajo, al fondo del valle, dejé a mi izquierda, ahora, a la alquería de Robledo.




Un ligero descenso para encarar nuevamente otro recorrido por el perímetro de otro arroyo, el Arroyo Laybañez. Eso si ahora en el recorrido por su contorno me esperaba el último repecho hasta el Collado de Laybañez. Desde aquí llaneando llegué al Rozo para luego bajar finalmente hasta el puente sobre el rió Esperabán en Pinofranqueado. 



¡Y el colofón!, después de hermanarse el Esperabán con Los Ángeles, los últimos metros del recorrido recorrían el paraje de la ribera del este último, por el paseo Extremadura, hasta llegar al puente, parada para solicitar foto de recuerdo a uno de los miembros de la organización.  



A la altura del puente un viraje a la izquierda me llevó al centro urbano, donde se daba por finalizada la ruta. 



Fotos cortesía de la organización

Una vez finalizado el recorrido, regreso al coche para cargar la bici y poder disfrutar durante unos instantes de esa piscina natural que es el río Los Ángeles. 

Ya más fresco y un poco "engalanado", tomé un refrigerio (refrescos, la cerveza hay que reservarla para cuando no se conduce) en alguno de los bares de la plaza y a regresar para León. No me quedé a la paella, en León me esperaba la piscina de La Palomera, todavía llegué a tiempo de ver a los Benjamines.















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